5 de las mejores películas sobre vampiros

Celebramos el cumpleaños de Bram Stoker, autor de la novela de vampiros más famosa de la historia, Drácula (1897), con una selección de 5 de las mejores películas de vampiros de la historia, conscientes de dejarnos fuera del tintero las aproximaciones clásicas de Tod Browning y Terence Fisher o algunas interesantísimas reformulaciones cómicas, como El baile de los vampiros (1967) de Roman Polanski o Lo que hacemos en las sombras (2014) de Jemaine Clement y Taika Waititi. En todo caso, te recomendamos que, mientras ves algunas de estas películas, decores tu casa con unas buenas ristras de ajos para evitar visitas inesperadas.

Nosferatu, de F.W. Murnau (1922)

En una antología como esta, era imposible no comenzar con este filme, no solo uno de los mejores dentro del género de terror, sino una de las cumbres del séptimo arte de todos los tiempos. Adaptación no confesa de Drácula (por un problema con los derechos de autor), Murnau llevó a cabo una obra que, casi 100 años después, sigue resultando inquietantemente bella, gracias a la extraordinaria habilidad del realizador germano para combinar con envidiable soltura lo terrorífico y lo poético. Imprescindible para cinéfilos irredentos.

Vampyr, de Carl Theodor Dreyer (1932)

Película que fue un rotundo fracaso en su momento, por lo radical de su discurso, al mezclar los claroscuros del expresionismo alemán y la audacia visual del surrealismo francés. Se trata de una obra que basa toda su potencia en una magistral creación de atmósfera, a través de las escalofriantes visiones que tiene su protagonista desde que, de viaje, decide alojarse en un perdido castillo. Descenso onírico y asfixiante al lado oscuro de la mente, estamos ante un clásico del género donde abundan la muerte, el vampirismo, la hechicería y los fantasmas.

El ansia, de Tony Scott (1983)

Filme de culto que, como tal, también fue profundamente incomprendido en el momento de su estreno, tal vez por culpa de una desafortunada campaña de publicidad que le otorgaba a David Bowie un rol central del que su personaje carecía. En todo caso, se trata de una de las pocas reformulaciones ambientadas en la modernidad del mito vampírico que funcionan realmente –junto con Solo los amantes sobreviven (2013) de Jarmusch–, a través de esa “ansia” que consume a su protagonista, Miriam (Catherine Deneuve). Señalar, además, que la cinta homenajea a la primera gran novela de vampiros de la historia, Carmilla (1872), de Sheridan Le Fanu, menos popular que Drácula por su componente lésbico.

Drácula de Bram Stoker, de Francis Ford Coppola (1992)

Esta sí, explícita adaptación de la novela de Stoker, Coppola se inspira asimismo en el lirismo de Nosferatu para crear un increíble espectáculo barroco y gótico, de un exacerbado romanticismo, en el que destaca el icónico vestuario de Eiko Ishioka, la inquietante música de Wojciech Kilar y la colorista fotografía de Michael Ballhaus, aparte, por supuesto, del conde Drácula más complejo y fascinante de la historia, con un Gary Oldman, sencillamente, insuperable.

Déjame entrar, de Tomas Alfredson (2008)

Cuando, a estas alturas, ya parecía imposible decir algo nuevo sobre los vampiros, vino esta película escandinava a demostrarnos que nos equivocábamos. Ambientada en el helado realismo de una nevada, oscura y empobrecida localidad sueca, la inédita visión del vampiro, no como un ser manipulador y fascinante, sino como alguien patéticamente dependiente, es el pistoletazo de salida de un filme que reflexiona sobre la violencia como espita por la que sale el rencor y el miedo. Fatalista y perturbadora, la amistad que se establece entre un niño víctima del acoso escolar y su extraña vecina nos recuerda que, a menudo, los monstruos los creamos nosotros mismos.

 

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

 

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