5 grandes películas indies de terror de los últimos años

El 06 de septiembre llega a nuestras salas It: Capítulo 2 (2019) del argentino Andy Muschietti, la segunda parte de uno de los filmes de terror más populares de los últimos años, basado en la que muchos consideran la gran novela de Stephen King. Es una buena oportunidad para que recopilemos algunas de las mejores películas indies de los últimos años adscritas a un género dominado por el cine comercial y de evasión, y en el que, sin embargo, desde los grandes clásicos del mismo, siempre ha habido espacio para la crítica social, la reflexión existencial y, en general, lo más transgresor y contracultural.

Babadook, de Jennifer Kent (2014)

Si de romper tópicos hablamos, el primer largometraje de esta actriz y directora australiana ataca frontalmente uno de los más instaurados en nuestra sociedad: el de la plenitud que proporciona a las mujeres la maternidad. La atribulada protagonista de la cinta, Amelia (una fantástica Essie Davis), no solamente debe lidiar con la depresión de haber perdido a su esposo de forma inesperada y violenta cuando estaba de parto, sino con el hecho de que su hijo de 6 años tiene una actitud muy difícil, en parte porque sufre ataques de terror causados por un monstruo que se le aparece en sueños.

It Follows, de David Robert Mitchell (2014)

No es habitual que una película de horror cuente con un villano tan impreciso y, en apariencia, tan poco efectivo como un ente que se dedica a “seguir” –como indica el título– lentamente a la gente hasta que la alcanza y les provoca la muerte. Pero es que la magnífica It Follows esconde bajo algunos de los tópicos habituales de los filmes de terror adolescente una sutil, profunda y poética reflexión sobre el sentido de la vida; por ello es recomendable verla con una mirada inteligente y atenta.

La bruja: una leyenda de Nueva Inglaterra, de Robert Eggers (2015)

Que el gran cine de terror puede resultar fascinante desde el punto de vista visual ya es algo que probaron en los orígenes del medio nombres como Murnau o Leni. En su ópera prima, Eggers emplea la luz natural, la realista puesta en escena y el minimalismo narrativo para crear una ambientación desasosegante y opresiva, que ahonda en las raíces folclóricas y atávicas de una fábula de terror sobre una familia que, en la Nueva Inglaterra del siglo XVII, se ve destrozada por los prejuicios puritanos, la pobreza, la desesperación y la brujería.

La autopsia de Jane Doe, de André Øvredal (2016)

Obra que demuestra que con poco se puede hacer mucho, pues transcurre casi íntegramente en un mismo espacio –la funeraria de la familia protagonista–, sustenta toda su fuerza en una construcción lenta, ingeniosa y sostenida de la atmósfera terrorífica, al ir acumulando una progresiva tensión argumental que eclosiona en un clímax sangriento en el tramo final de la historia. Una de las raras ocasiones en las que la mayoría de las escenas de una cinta producen verdadero miedo al espectador.

Hereditary, de Ari Aster (2018)

El autor de la celebrada Midsommar (2019) ya demostró su indiscutible talento para el terror más malsano con su debut en el largometraje. Mezclando con soltura el drama familiar, el gore y la exhibición de los lugares más oscuros de la psique humana, Hereditary rebosa morbidez, incomodidad y espanto, y cuenta con una serie de giros argumentales sorpresivos; una cualidad que resulta muy poco habitual en las producciones genéricas.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

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