5 películas donde los coches juegan un papel esencial

El 17 de julio se celebran dos curiosos días mundiales: el del Emoji y el del Automóvil Deportivo. Muchísimas y variadas son las películas, a lo largo de la historia del cine, que le han dado importancia a un medio de transporte de uso individual, competitivo o privado, que se ha convertido en símbolo de independencia, rapidez… y también contaminación. Os dejamos con una selección de un puñado de ellas.

Bullitt, de Peter Yates (1968)

Algunas de las estrellas del Hollywood de los 60 y 70 sentían verdadera pasión por el automovilismo. Steve McQueen se contaba entre ellas; de ahí que interpretar al teniente de policía Frank Bullitt fuera algo que le hiciera especial ilusión en el cénit de su carrera. Sobre todo, porque en las escenas de conducción fue doblado sólo parcialmente. Aunque el filme haya pasado a la historia por su larguísima y espléndida escena de persecución a través de las empinadas calles de San Francisco, sigue siendo un hito del cine de acción, que combina la cotidianeidad cool del protagonista (jazz, intereses culturales, Jacqueline Bisset interpretando a su novia…) con la sucia realidad de su trabajo.

El diablo sobre ruedas, de Steven Spielberg (1971)

Si algo probó un jovencísimo Spielberg con este telefilme es que una buena historia ­–a cargo del maestro del suspense fantástico, Richard Matheson– y, sobre todo, una realización prácticamente perfecta eran mucho más importantes que todos los dólares del mundo. Fue tan bueno el resultado que la Universal se decidió a distribuir la obra en cines y, para ello, Spielberg tuvo que incrementar el metraje hasta llegar a los 90 minutos. Hoy en día continúa siendo uno de los filmes imprescindibles del terror psicológico, y la implacable persecución del protagonista por parte de ese camionero sin rostro se erige como angustiosa metáfora del azar.

Dah (Ten), de Abbas Kiarostami (2002)

Si no has visto ninguna película del maestro iraní, esta podría servirte de iniciación, ya que es quintaesencia de su estilo minimalista, abierto a la improvisación y de texturas documentales. A través de las diez breves conversaciones que mantiene su protagonista, una conductora (Mania Akbari) que se desplaza por Teherán en su vehículo acompañada por diferentes copilotos, el realizador hace una sutil radiografía de su sociedad, donde los prejuicios religiosos, el machismo, la alienación de la vida urbana y otros temas de calado son expuestos con asombrosa naturalidad.

Senna, de Asif Kapadia (2010)

Es posible que el mundo de la Fórmula 1 te importe un comino; ello no debe impedirte ver esta película, al contrario: te permitirá disfrutarla sin que tu adoración o antipatía por el protagonista se entremetan. La vida y la muerte de una de las leyendas de este deporte, Ayrton Senna, se plasma en una de las cintas más adictivas y fascinantes nunca realizadas en el ámbito documental, digna de ser estudiada en las escuelas cinematográficas como impecable ejemplo del género. Y es que su autor, usando imágenes de archivo, construye una historia tan cargada de épica que se estructura como un western elegíaco. No es de extrañar que ganara el Premio de la Audiencia en el Festival de Sundance.

Locke, de Steven Knight (2013)

El creador de la serie Peaky Blinders escribió y dirigió esta historia parca y claustrofóbica, que transcurre casi a tiempo real, y cuya intriga se ambienta mayoritariamente en el habitáculo del BMW del protagonista, Ivan Locke (Tom Hardy), quien decidirá tomar la autopista que media desde la población de Gales donde vive hasta Londres tras recibir una llamada. Sobria, pausada e inteligente, la cinta tira del carisma y el talento de Hardy, así como de la solidez temática de su guion: una reflexión acerca de la responsabilidad individual y del dolor que esta implica en un mundo tan egoísta como el nuestro.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

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