5 películas para celebrar el Día Internacional del Chocolate

Hay día mundiales bien curiosos, pero seguramente no le extrañará a nadie que exista uno dedicado a este manjar, uno de los más populares del mundo. Iniciado en la América precolombina, la semilla de cacao era considerada como moneda de cambio para la compraventa de bienes. Entre sus múltiples beneficios, es bueno para la presión arterial y el colesterol, mejora las funciones cerebrales y protege de la radiación solar. Dedicamos a este delicioso alimento cinco películas en las que juega un papel esencial.

Un mundo de fantasía, de Mel Stuart (1971)

¿Qué niño no ha soñado alguna vez con quedarse encerrado en el departamento de juguetes o de golosinas de unos grandes almacenes para hartarse, literalmente, de hacer las dos cosas que más le gustan? El célebre libro de Roald Dahl, Charlie y la fábrica de chocolate (1964), explora este anhelo infantil y lo transforma en un cuento de hadas con valores educativos. Llevado también a la gran pantalla en 2005 por Tim Burton, esta primera adaptación cuenta con un guionista de lujo –el propio autor–, y Gene Wilder resulta inolvidable como Willy Wonka. Para sacar al niño que todos llevamos dentro.

La guerra del chocolate, de Keith Gordon (1988)

Otra adaptación, esta vez de la novela homónima de Robert Cormier, narra la historia de Jerry (Ilan Mitchell-Smith), el nuevo alumno de un estricto internado católico masculino que se niega a seguir con la tradición del centro de vender chocolates para recaudar fondos. Aunque en esta versión fílmica la amargura del original literario se encuentra un tanto rebajada, la cinta mantiene su tono crítico y su directo ataque hacia un engranaje social que impone reglas descabelladas y que no acepta la diferencia.

Como agua para chocolate, de Alfonso Arau (1992)

Y seguimos con las adaptaciones. Laura Esquivel guionizó su propia novela en esta cinta, que fue uno de los grandes éxitos internacionales de la cinematografía mexicana de los 90. Historia de un romance imposibilitado por una absurda tradición familiar, se enmarca en los parámetros del realismo mágico, y mezcla la afición de su protagonista, Tita (Lumi Cavazos), por la cocina con su frustrada consumación amorosa, lo que dota a la película de Arau de una exquisita sensualidad; y nunca mejor dicho.

Fresa y chocolate, de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío (1993)

El prestigio y la calidad de esta comedia dramática lograron un hito histórico; y es que, a pesar de la abierta hostilidad entre el régimen cubano y los Estados Unidos, la Academia de Hollywood la nominó a Mejor Película Extranjera en los Oscars. Vale que el chocolate en esta obra, que analiza en clave ligera, mediante una historia de amor y amistad, temas políticos, culturales, psicológicos y sociales realmente serios, no tiene un papel central; pero abre la trama y, de hecho, la sustenta con la potente metáfora de lo bien que combinan los sabores opuestos (la personas de diferentes pareces y caracteres).

Gracias por el chocolate, de Claude Chabrol (2000)

El maestro francés nos ofrece aquí otro de sus implacables retratos sobre la hipocresía burguesa, esta vez en una cinta que mezcla el polar y el drama familiar y que se centra en la gélida Mika (Isabelle Huppert), rica heredera de un imperio de chocolates suizos que parece llevar una vida idílica junto a su marido y a su hijastro, y cuya receta de chocolate a la taza hace las delicias de todos, aunque alguna vez le añada un ingrediente de los más… peculiar.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.