5 películas sobre la adicción

El viernes 15 se estrena en nuestras pantallas Beatiful Boy, siempre serás mi hijo (2018), la última película de Felix van Groeningen, autor del fenómeno del cine flamenco Alabama Monroe (2012). Estamos ante un nuevo drama intimista del realizador belga, esta vez centrado en la adicción a la metanfetamina de un adolescente y la lucha de su familia por ayudarle a salir de ese pozo. No es la primera vez que el séptimo arte incide en la crónica del poder devastador de las adicciones, tanto a diferentes sustancias como a comportamientos compulsivos o autodestructivos. Desde Sundance TV te dejamos con 5 películas sobre el tema que ya estás tardando en ver.

Más poderoso que la vida, de Nicholas Ray (1956)

En el Cineclub de EAM Cinema, el compañero Aarón Rodríguez Serrano analiza espléndidamente la vigencia y modernidad de esta película del maestro Ray. La trama gravita en torno a Ed Avery (un inmenso James Mason), un profesor obligado a tomar un fármaco experimental para recuperarse de una rara enfermedad, al cual no tardará en hacerse adicto. Al ser él el amo y señor de su hogar, dentro de la estructura patriarcal de la época, el filme termina por devenir un varapalo, con notas de terror psicológico incluidas, al modelo familiar y social de la América de los años 50.

Arrebato, de Iván Zulueta (1979)

El filme más emblemático del underground español, así como una de las obras maestras de la cinematografía nacional, desde su mismo título ya incide en el hecho de que es precisamente ese rapto extático causado por las drogas aquello a lo que aspira el verdadero artista. Y aunque a lo largo del metraje se consuman con alegría todo tipo de estupefacientes (cocaína, alcohol, heroína, anfetas…), de hecho la obra acaba por girar en torno a la peor de las adicciones, capaz de vampirizar, literalmente, la propia existencia: la del amor al cine. Imprescindible para cinéfilos.

Drugstore Cowboy, de Gus Van Sant (1989)

Película que puso en el punto de mira a uno de los pilares del indie americano, Gus Van Sant, así como catapultó al estrellato –también indie– a su protagonista, Matt Dillon, es una road movie de tono seco y realista, que narra la cotidianeidad de una banda de ladrones y toxicómanos unida por lazos similares a los de una familia. Con una mirada honesta y realista al mundo de la drogadicción, consigue no caer en el nihilismo sin por ello perder un ápice de verosimilitud, con lo que finalmente ofrece un ejemplo de la capacidad humana de superación a pesar de tenerlo todo en contra.

Réquiem por un sueño, de Darren Aronofsky (2000)

Otro de los grande autores del cine independiente de Estados Unidos, la visión de Aronofsky es diametralmente opuesta a la de su compatriota, pues supone un pesadillesco descenso a los infiernos de la adicción. Encarnación por excelencia del fatalismo propio del fin del milenio, la película es un verdadero apocalipsis de todo aquello que ennoblece al ser humano (el amor, la amistad, la compasión…) en busca de una huida del sinsentido de la existencia mediante el peor de los atajos: el de la evasión de las drogas.

Shame, de Steve McQueen (2011)

Acabamos este recorrido por el cine de adicciones con una cinta inglesa que habla de una de las más frecuentes, pero menos retratadas en la gran pantalla, en el mundo de los “ricos y poderosos”: la adicción al sexo. De ahí que el protagonista de la historia –un soberbio Michael Fassbender– parezca un triunfador según los superficiales valores de nuestra sociedad, pero nada más lejos de la realidad. Una obra tan necesaria como difícil de ver, por la humanidad, patética y cercana, que transpiran sus personajes.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

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