5 sorpresas terroríficas del Festival de Sitges 2018

Cada año el Festival de Sitges se supera ofreciendo a sus fieles lo mejor del cine fantástico y de terror –donde caben todas las tendencias y estilos. Su 51ª entrega ha supuesto, de nuevo, un récord de público –en una tónica alcista en el último lustro— y, ante todo, de acogida, ya que para la prensa acreditada ha sido una de las mejores ediciones que se recuerdan. Films como Climax –estrenado el pasado fin de semana y ganador del máximo galardón, el Méliès de Oro a la mejor película—, Lazzaro Feliz –la cuarta creación de Alice Rohrwacher—, Mandy –la sensación B de este 2018 con paso triunfal por Sundance, Cannes y Karlovy Vary— o Burning –que llegará a nuestra cartelera el próximo viernes— han ratificado en la ciudad catalana su brillante recorrido internacional, convirtiéndose en sensaciones para la platea. A continuación, listamos otras propuestas que han llamado la atención y que no son demasiado conocidas para el gran público.

Killing, de Shin’ya Tsukamoto | Japón.

Se estrenó en la pasada Mostra de Venecia, donde se llevó la mayor ovación del certamen. El film de Tsukamoto parte del estereotipo, el inherente al cine de samuráis, es decir, el proceso con los diferentes estadios que van desde la iniciación a la venganza, en una suerte de coming-of-age, para, a mitad de metraje, posicionarse en el universo clásico de su realizador: un lirismo agonista que subvierte las reglas del subgénero. Killing nos cuenta cómo un gran samuráis recluta a un joven para afrontar una venganza que puede que nunca se lleve a cabo.

El apóstol, de Gareth Evans | Reino Unido.

Su llegada a Sitges coincidió con su estreno en Netflix. Evans, conocido por ser el firmante de la saga de culto The Raid –esa hipérbole de la violencia mantenida en un edificio yakartés—, sorprende con este thriller psicológico ambientado a principios del siglo XX que narra el viaje de Thomas Richardson (Dan Stevens) a una isla para rescatar a su hermana, secuestrada por una secta. Una cinta cocinada a fuego lento que supone una subyugante ruptura en la filmografía del cineasta británico.

Piercing, de Nicolas Pesce | Estados Unidos.

Pasó desapercibida en sus premiere mundial (Sundance) e internacional (Róterdam, donde compitió por el Tiger Award de la sección oficial), justo al contrario que la obra debut de Nicolas Pesce, The Eyes of my Mother, inédita en España. Parece que Piercing seguirá, erróneamente, el mismo camino que su anterior trabajo. Este thriller protagonizado por los pujantes Christopher Abbott –descomunal en James White— y Mia Wasikowska –igual de brillante en otra las películas infravaloradas del año, Damsel— cuenta el viaje de un padre de familia aparentemente mundano para acabar con la vida de una prostituta. Ecos de David Cronenberg para esta propuesta underground de un realizador del que oiremos hablar bastante en el futuro.

La nuit a dévoré le monde, de Dominique Rocher | Francia.

Y qué sería de Sitges sin zombis. Aunque de antemano hay que subrayar que la ópera prima de Dominique Rocher se sitúa en los márgenes del subgénero con esta hibridación del universo reflexivo de Yo soy leyenda y el survival de manual. El resultado es una cinta de vocación introspectiva que nos sumerge en la soledad de un superviviente –el siempre convincente Anders Danielsen Lie—  dentro de un apocalipsis dominado por estas bestias que se agolpan en las calles parisinas.

The Unthinkable, de Victor Danell | Suecia.

Y seguimos inmersos en ambientes holocáusticos, en esta ocasión en el interior de una Suecia que sufre un ataque por parte de una fuerza desconocida, para asistir al posible reencuentro entre un hijo y un padre separados por el pasado. Un relato de redención con catástrofe de fondo que se ha erigido en todo un éxito en su país y en otros certámenes dedicados al género. Es el primer largometraje de Victor Danell, líder del colectivo Crazy Pictures.

El antepenúltimo mohicano.

Park City.

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