Celebramos el cumpleaños de Joaquin Phoenix repasando su trayectoria

Iniciado como actor infantil con el nombre artístico de “Leaf” (siguiendo la tradición familiar de nombres asociados a la naturaleza), en la adolescencia reveló su gran talento y dejó de ser considerado “el hermano pequeño de River”, hasta el extremo de que, actualmente, nadie discute su excelencia interpretativa. No en vano, acumula ya sendos premios en Venecia y Cannes. Celebrar su aniversario con una retrospectiva de sus mejores papeles es tanto un placer como una ardua tarea, ya que cuesta mucho reducir la lista; y ahí está su reciente ‘Joker’ para demostrarlo.

Todo por un sueño, de Gus Van Sant (1995)

Primera película en la que utilizaría su nombre real, se trata de una sátira negra sobre la desmedida ambición de la bella, estúpida y malvada Suzanne, donde cuesta ver a nadie que no sea a su protagonista, una brillante Nicole Kidman; por ello es más meritorio que el joven Phoenix consiga llamar la atención en el papel del ingenuo pagafantas adolescente al que Suzanne manipulará para llevar a cabo su siniestro plan.

En la cuerda floja, de James Mangold (2005)

Convertido en el secundario preferido para personajes complejos, como lo demuestran sus intervenciones en ‘Gladiator’ o ‘Quills’, su primer gran rol protagónico le vino de la mano de este biopic de manual, aunque hecho con inteligencia y buen gusto, sobre el cantante y compositor de country Johnny Cash. Tanto él como su compañera de reparto, Reese Witherspoon, que encarna a June Carter, realizan unas interpretaciones memorables.

Two Lovers, de James Gray (2008)

Aunque M. Night Shyamalan lo “fichó” por dos veces, de quien Phoenix se convirtió en un auténtico actor fetiche fue de James Gray, director con tan solo siete películas, en cuatro de las cuales Phoenix tiene un papel central. Y tal vez nunca tanto como en esta, en donde encarna al patético Leonard Kraditor, un joven con problemas psicológicos que se ve atrapado, por culpa de la presión de su familia, en un triángulo amoroso del que no sabrá escapar.

I’m Still Here, de Casey Affleck (2010)

Puede parecer una broma; y seguramente, lo es. Pero este mockumentary sobre la transformación de un actor de prestigio en un pésimo cantante de rap fue orquestado en el mundo real, a lo largo de dos años, entre el realizador y el protagonista, y demostró el poder que tiene el cine para difuminar los límites de lo real, pero, también, la forma en que la fama altera la percepción sobre nosotros. En todo caso, escasos son los actores con la valentía para prestarse a este juego delante y detrás de las cámaras.

The Master, de Paul Thomas Anderson (2012)

Pocas veces logra un actor llevar a cabo un trabajo tan intenso, en el sentido de desnudarse emocional y psicológicamente, como Phoenix aquí. Su Freddie Quell, un ex veterano de la marina que no encuentra su lugar en el mundo hasta caer bajo la influencia del líder de una secta, es tan oscuro, fascinante y hermético como la propia película; una persona hecha de alienación, contradicciones y violencia, que sin embargo atesora un profundo –y patético– anhelo de pertenencia.

Her, de Spike Jonze (2013)

Muy lejos de sus acostumbrados personajes atormentados y extraños, Phoenix interpreta con contención y sencillez a Theodore, un tipo anodino y solitario que, un día, adquiere un sofisticado sistema operativo, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario, con el que irá estableciendo una relación íntima, hasta enamorarse de la interfaz de voz femenina, Samantha (Scarlett Johansson). Película bella, triste y conmovedora sobre el amor en tiempos cibernéticos.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

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