¿Es Lady Bird la película indie del año?

Como cada año por estas fechas, la carrera de premios va definiendo los títulos que van a entrar en su canon. Los hypes se confirman o se derrumban, y ante el seguimiento de un fenómeno fan al alza, las lecturas tienden a extremarse. El nacimiento de una nación de Nate Parker, la gran caída en desgracia de la temporada pasada, es un buen ejemplo. Salida de Sundance en enero entre laureles, apedreada en diciembre por una tormenta perfecta de reorientación crítica y escándalo sobre la vida privada de Parker. La antesala de los premios se mueve a menudo por modas ideológicas, y el año pasado giró en torno a las búsquedas de correcciones al «Oscars so white» de 2015: caída El nacimiento de una nación, entró en escena Moonlight.

Lo llamativo es que estas derivas de la temporada de premios suelen nutrirse del sustrato indie, que desde hace más de una década (Pequeña Miss Sunshine puede ser la gran referencia del giro) ha convertido a Sundance en primera y muy precoz antesala de los premios (de Park City salió el año pasado Manchester by the Sea como una de las favoritas, y Call Me by Your Name este año). Hollywood busca retratos sociales alternativos al orden dominante que premiar, pero parece no encontrarlos dentro de sus coordenadas centrales. De esa lógica, tendente este año a la búsqueda de sensibilidades femeninas, emerge el fenómeno de Lady Bird.

Ahora que la temporada de premios ha dejado atrás la fase de siembra y comienza a cosechar las candidatas, Lady Bird se confirma como el nuevo fenómeno indie de la temporada de premios. El premio a la mejor película en el círculo de críticos de Nueva York y la nominación a los Independent Spirit Awards suponen un enorme empujón a su posicionamiento de cara a los Oscar: sus mayores bazas son las posibles nominaciones a mejor película y actriz para Saorsie Ronan. De momento, la opera prima de Greta Gerwig ya ha conseguido avanzar más en la carrera que las grandes apuestas en clave feminista del año pasado: Certain Women y 20th Century Women, dos obras independientes cuyas distribuidoras apostaron sin éxito por lanzar a la Oscar Race.

 

Lady Bird también ha copado titulares por batir un récord en Rotten Tomatoes: es la película que ha conseguido un mayor número de críticas positivas sin ninguna negativa registrada. Por ahora, la cuenta asciende a 182. Aunque eso no implica que haya entrado en la lista de las mejor valoradas por la plataforma (la unanimidad de valoraciones positivas no implica necesariamente una media de notas muy elevada), el dato le ha servido para generar la sensación de una recepción crítica excelente. Así, Gerwig suma a su favor dos factores fundamentales para la carrera: apoyo de la crítica y adecuación a la tendencia ideológica del año. Esto último tanto por su condición de directora como por el acercamiento a la temática femenina con un coming of age adolescente.

Más allá de las carambolas necesarias para posicionarse en la Oscar Race (que nunca han tenido que ver solo con la calidad de los filmes), el éxito de Lady Bird es algo a celebrar porque lanza definitivamente la carrera creativa de una de las voces más fascinantes del cine americano contemporáneo. A Gerwig siempre se la ha tildado de musa, primero del movimiento mumblecore (deriva en clave naturalista dentro del amplio campo del indie) y luego de su actual pareja, el director Noah Baumbach. Pero una figura clásica tan pasiva, limitada a inspirar al artista masculino con su mero estar, no casa demasiado bien con una actriz que, desde sus inicios, ha estado involucrada en los procesos creativos. En Hannah Takes the Stairs, su primer papel protagonista y piedra angular del mumblecore, ya coescribió el guion con el director Joe Swanberg. Mientras que los guiones de Frances Ha y Mistress America, a cuatro manos con Baumbach, son un ejemplo claro de cómo los universos temáticos del director mutaron (para bien, además) con la irrupción de las protagonistas de Gerwig, reveladoras de un intenso carácter e inquietudes personales tras su trazo.

Nos resistimos, entonces, a ver Lady Bird como la aparición de un nuevo talento, y preferimos enfrentarnos a ella como la emancipación definitiva de una voz creativa que lleva más de diez años manifestando un universo personal.

 

El antepenúltimo mohicano ©.

Park City