Filmografía destacada de Agnès Varda

Llega a nuestras pantallas, el 05 de julio, el último trabajo de la recientemente fallecida Agnès Varda, Varda por Agnès, verdadero testamento fílmico de la autora, ya que se trata de un documental en el que traza un autorretrato de su vida. En SundanceTV no podemos permanecer ajenos a la pérdida de una de las grandes creadoras del séptimo arte y, por tanto, te ofrecemos 5 de los filmes esenciales de la directora, a fin de que los revisiones o los descubras.

Cleo de 5 a 7 (1962)

Uno de los clásicos imprescindibles de la Nouvelle Vague, como su título indica se centra en unas horas de la jornada de Cleo (Corinne Marchand), una bella cantante que espera con angustia el resultado de unas pruebas médicas. Su deambular por la ciudad y las personas con las que se encuentra (especialmente, un soldado destinado a Argelia) supondrán una catarsis para ella. Con un estilo lírico y simbolista, que recorre las calles del París de los 60, traza una reflexión sobre los dos grandes temas de la existencia: el amor y la muerte.

Una canta, otra no (1977)

Cinta marcadamente feminista, gira en torno a la amistad de dos mujeres muy diferentes, Pomme (Valérie Mairesse) y Suzanne (Thérèse Liotard), cuya relación se inicia cuando la primera ayuda a abortar a la segunda. A partir de aquí, ambas desarrollan caminos distintos, aunque mantienen el contacto por carta, hasta reencontrarse 10 años después. Aunque sus vidas atravesarán momentos amargos, el filme es luminoso y optimista, lo que se justifica por la voluntad de dejar claro que las mujeres que se rebelan y luchan no tienen por qué terminar de trágicamente, “castigadas” por el sistema.

Sin techo ni ley (1985)

Estructurada mediante un largo flashback, estamos ante una de las obras más desoladas de su autora; y no solo por el destino final de la protagonista, Mona (Sandrine Bonnaire), que se nos anticipa al principio del metraje, sino también porque su comportamiento autodestructivo se ve amplificado al contrastarlo con el de las personas que se va encontrando, todas ellas insatisfechas de alguna manera y que hacen gala de egoísmo e insolidaridad. Si a ello le añadimos la textura documental del relato, estamos ante una dolorosa visión del mundo moderno y de la soledad humana.

Jacquot de Nantes (1991)

Una de las películas más emotivas y honestas de la realizadora, es una recreación ficcional de la infancia de su esposo, el también director Jacques Demy, que surgió a partir de las notas que sobre su niñez escribía el autor cuando ya se hallaba gravemente enfermo de sida (murió antes de que su mujer completara el filme). Indagación sobre el nacimiento y la formación de un artista, destila nostalgia y un sincero amor hacia Demy, erigiéndose en homenaje a él junto con la posterior El universo de Jacques Demy (1995), esta sí, ya un documental.

Los espigadores y la espigadora (2000)

Y si decimos “ya” es porque la trayectoria de las últimas décadas de la realizadora francobelga se adscrito casi íntegramente al género documental y/o autobiográfico. Aunque son muchas, y excelentes, sus incursiones en este ámbito, hemos optado por Los espigadores y la espigadora, donde Varda, pese a retratar críticamente una realidad social tan dramática como la de la gente que sobrevive a base de “recolectar” (temporeros, vagabundos, chatarreros, etc.), infunde un tono de esperanza y empatía al discurso al asociarse ella misma a estas personas, dado que su trabajo también consiste en la recolección de imágenes.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

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