Filmografía destacada de Jennifer Connelly por su cumpleaños

El 12 de diciembre cumple años una actriz que, por físico y por talento interpretativo, lo tenía todo para convertirse en una gran estrella de Hollywood. Sin embargo, iniciada como actriz infantil y harta de que la encasillaran en papeles de “la chica de la película”, dio un giro radical a su carrera y empezó a interesarse por el cine independiente y de autor o los buenos roles secundarios. No es de extrañar que obtuviera un Oscar en la categoría de actriz de reparto y que haya devenido una de las intérpretes más respetadas de su generación. Seleccionamos algunas de sus películas más interesantes.

Dentro del laberinto, de Jim Henson (1989)

Epítome de película culto, pues fue un fracaso de taquilla en el momento de su estreno pero que hoy fascina a generaciones de cinéfilos, puede desconcertar en un primer visionado por tratarse de un filme juvenil donde apenas hay acción y sí, en cambio, bailes extraños y ambiente onírico. La clave está en entender la relación entre los dos principales focos de la trama: Sarah (Jennifer Connelly), una adolescente que siente celos de su hermano pequeño, y Jareth (David Bowie), el oscuro rey de los duendes que secuestra al niño cumpliendo los inconscientes deseos de la joven. Todo muy psicológico y perverso.

Dark City, de Alex Proyas (1998)

Otra película de culto, esta fascinante y extraña incursión en el género de la ciencia ficción del director de El cuervo (1994) basa toda su fuerza en su espléndida puesta en escena, una distopía urbana cargada de oscuridad, caos, opresión y pesadilla. Gracias al gran misterio que articula toda la trama (y que no desvelaremos por si acaso no la has visto todavía), los actores encarnan sucesivamente diferentes papeles, lo que le permite a su trío protagonista –Rufus Sewell, William Hurt y Jennifer Connelly– ofrecer grandes interpretaciones.

Réquiem por un sueño, de Darren Aronofsky (2000)

Y seguimos con los filmes de culto. El segundo largometraje de Aronofsky es una indagación nihilista y pesadillesca en el ámbito de la adicción a las drogas que describe el paulatino descenso a los infiernos de sus principales protagonistas: Sara Goldfarb (Ellen Burstyn), su hijo Harry (Jared Leto) y la novia de este, Marion (Jennifer Connelly), además de su amigo Tyrone (Marlon Wayans). El estilo circular, barroco y repetitivo de la propuesta incide en esa idea de espiral de perdición.

Casa de arena y niebla, de Vadim Perelman (2003)

Una irreprochable ópera prima, estructurada como una tragedia griega, en la que con contención y elegancia se demuestra que las buenas personas pueden hacer cosas terribles, y que los prejuicios a menudo proceden, no de un mal connatural o de una errónea educación, sino de la desesperación. Narra el conflicto que se establece por la propiedad de una casa entre Kathy (Jennifer Connelly), una exdrogadicta que trata de recuperar su vida, y Behrani (Ben Kingsley), un coronel iraní que quiere construir un futuro mejor para su familia.

No llores, vuela, de Claudia Llosa (2014)

Producción española rodada en inglés, con un reparto internacional y dirigida por la peruana Claudia Llosa, ello nos ya da una pista del calado universal de los temas que toca, tales como el rencor, la culpa y el perdón. Con una narrativa anticonvencional y un poético envoltorio visual, el filme gira en torno a Nana (Jennifer Connelly), una mujer que vive en Manitoba curando a niños enfermos con medicinas alternativas, e Ivan (Cillian Murphy), el hijo al que abandonó 20 años atrás.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

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