Grandes películas que retrataron la discapacidad

El cine como arma de concienciación. El cine como verdad para unas realidades ocultas o marginadas. Por suerte, la integración y la conciliación son algunos de los preceptos inherentes de la sociedad neomilénica. Entendiendo que estamos a medio de camino aún, nunca hubiésemos llegado a este punto gracias a la denuncia, al esfuerzo, a la conciencia. Mucho tiene que ver el arte en este proceso. Y, dentro de este, el cine es una herramienta poderosa.

A largo de las últimas tres décadas, el cine se ha erigido como un vano tras el cual se esconde historias de superación, sí, pero también de dolor y aceptación. No todo es azul en el dibujo de la discapacidad sobre la ficción. A continuación, les presentamos una selección de filmes que, de diferentes maneras, afrontan relatos sobre hombres y mujeres que tuvieron distintas perspectivas a la hora de afrontar las desventajas físicas. Relatos esclavos de su tiempo pero, a su vez, paradigmas de una temática clave dentro de la cinematografía reciente.

Mi pie izquierdo (1989), de Jim Sheridan

Primera de las tres colaboraciones entre Jim Sheridan y Daniel Day Lewis –le siguieron En el nombre del padre (1993) y The Boxer (1997). No solo fue el papel que le procuró el Oscar al genial actor irlandés, sino también el que marcó toda su carrera. Relato autobiográfico del pintor y escritor Christy Brown, aquejado de parálisis cerebral, que luchó, junto a su madre, por integrarse en una sociedad que le daba la espalda. La interpretación de Day Lewis es descomunal.

La escafandra y la mariposa (2007), de Julian Schnabel

Cuatro nominaciones al Oscar –dirección, guion adaptado, fotografía y montaje— para esta cinta francesa que alcanza una emotividad, desde la franqueza y la honestidad, inusitada. Mathieu Amalric y Emmanuelle Seigner nunca estuvieron mejor en la representación fílmica de la historia de Jean Dominique Bauby, redactor de la revista Elle que quedó totalmente paralizado tras un accidente. Con la codificación de los movimientos de su párpado izquierdo se escribe este cuento sobre la superación devenido clásico del cine europeo del siglo XXI.

Intocable (2011), de Olivier Nakache y Eric Toledano

Otra obra gala, en este caso, de amplio espectro, que se convirtió en la gran sensación para el público en el 2011 –algún día nos centraremos en lo que supuso ese año para el cine. Su éxito fue tal, que el fantasma del remake estadounidense estuvo sobrevolando el panorama cinematográfico durante años hasta que Bryan Cranston y Kevin Hart, emulando a los inquebrantables François Cluzet y Omar Sy, perpetraron The Upside, dirigida por Neil Burger. Intocable nos sitúa frente a la evolución de una amistad entre un filántropo impedido y un desastroso asistente que une dos realidades, dos clases. Un filme perfecto para una tarde dominical.

De óxido y hueso (2012), de Jacques Audiard

Más cine francés pero con diferente vocación. La firma de Jacques Audiard es suficiente para recomendar este drama romántico que cuenta la relación entre Alí, portero circunstancial de una discoteca, y Stephanie, una entrenadora de orcas en un parque acuático que pierde las piernas en un accidente laboral. Un filme sobre la pérdida y la redención que se sostiene gracias a las espectaculares interpretaciones de Matthias Schoenaerts y Marion Cotillard.

No te preocupes, no llegará lejos a pie (2018), de Gus Van Sant

Otrora promesa del cine independiente norteamericano, Gus Van Sant parece haber sido relegado a un tercer plano dentro del panorama artístico. Algo que marcó la recepción de esta excelente película que, gracias a su humor negro, normaliza la discapacidad en un entorno complejo. También ayuda, y mucho, otra brillante caracterización de Joaquin Phoenix, que encarna a John Callahan, un conocidísimo dibujante de cómics que utilizó el pincel como herramienta terapéutica. Una propuesta que no cambiará la historia del cine pero que consigue arrancarnos una sonrisa.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

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