Las 4 mejores películas de la Berlinale

El pasado domingo se cerró una de las peores ediciones que se recuerdan del Festival de Berlín. La sexagésimo octava entrega del certamen berlinés, la penúltima que dirigirá su delegado general, Dieter Kosslick –en un cargo que ostenta desde 2001—, se ha saldado con el habitual éxito de público pero, como sucediera con el Festival de Sundance celebrado en enero, con un enorme vacío de títulos relevantes, saldado con escaso movimiento de las distribuidoras internacionales. La decadencia de la Berlinale, exceptuando algún fulgor efímero, ha sido paulatino en la última década, incapaz de hacer frente al Festival de Cannes y la Mostra de Venecia como evento de referencia en el panorama cinematográfico internacional. El palmarés de esta edición tampoco ayudará a que brote algo de optimismo. La elección de una cinta como la rumana Touch me not, de clara vocación sexual-polemista, como Oso de Oro, es, a todas luces, un nuevo subrayado del afán reivindicativo del festival, muy por encima de la dimensión artística. Aun con ello, siempre quedan propuestas que endulcen, levemente, un contexto tan desolador. A continuación, los filmes más interesantes que nos deja la Berlinale:

Isla de perros, de Wes Anderson: la selección de la cinta inaugural de esta edición en este listado no es ninguna sorpresa. Tratándose de Anderson, de animación artesanal y de perros que hablan… ¿Qué puede fallar? Ha sido la película con mejor recepción crítica dentro de la competición y será, sin lugar a dudas, un éxito entre el público. Existen pocos realizadores como Anderson.

In the aisles, de Thomas Stuber: tercera película del cineasta alemán que dibuja con ternura la entrada en un supermercado de Christian, un joven tímido que verá como es acogido con cercanía por sus nuevos compañeros y se enamorará de Marion, la encargada del pasillo de bombones. Una historia con numerosas capas contada con mucha sensibilidad y que nos presente a la gran sensación de este festival: Frank Rogowski. Su voz nasal y su poderosa presencia consigue hipnotizarnos y no por última vez…

Transit, de Christian Petzold:… ya que Rogowski es también el protagonista de esta distopía que une dos realidades, la que vivieron judíos en la Segunda Guerra Mundial y la que sufren los inmigrantes de Oriente Próximo en la actualidad en un presente fílmico retratado por uno de los grandes autores del cine europeo. Lo cierto es que se esperaba mucho del nuevo trabajo de Christian Petzold. Unas expectativas que se dieron de bruces ante la desigual acogida de la crítica. Sin embargo, el nuevo filme del cineasta germano, aupado por las excelentes interpretaciones de Paula Beer y el mentado Rogowski, es una obra que deja huella y que veremos en España gracias a Golem.

Grass, de Hong Sang-soo: es de largo la mejor película de toda la programación de la Berlinale. Un inspiradísimo Sang-soo nos adentra, durante una hora de metraje, en su particular universo al que añade, junto a su habitual verborrea sobre las relaciones interpersonales, el miedo, el dolor ante la muerte, ante un futuro que se torna oscuro pese a esos chispazos frutos del amor y el alcohol. Grass es una delicia que eleva a Sang-soo como el gran director contemporáneo y el animador de un circuito de festivales estancado y sin nada que ofrecer.

 

El antepenúltimo mohicano

Berlín.