Lo mejor de Sundance ‘90 – Slacker vs. Pi, fe en el caos

Linklater y Aronofsky. Dos pesos pesados del indie norteamericano se enfrentan hoy en la segunda entrega para encontrar la mejor película de Sundance de la década de los 90. Dos historias bien diferentes de dos autores que cuidan mucho tanto la construcción de personajes como los diálogos. Pi, fe en el caos es la ópera prima de Darren Aronofsky. Slacker, la segunda que dirigió Richard Linklater. Dos obras fundacionales del estilo de ambos que, a continuación, pasamos a analizar.

Slacker, de Richard Linklater

De qué va: Linklater, una cámara, las calles de Austin (Texas) y un puñado de personas que pasaban por allí. Eso es Slacker, un río de relaciones entre personajes que van y vienen y nos muestran todo un crisol de gentes diverso sin aparente relación entre sí.

Puntos fuertes: Es la película que condensa el estilo, las formas y los fondos del cine de Linklater. Conversaciones en apariencia anodinas o intrascendentes que, casi sin quererlo, nos llevan a conocer y empatizar con el estilo de vida de quien las pronuncia y, de paso, capturan el momento de toda una generación. Slacker, que significa “vago” u “holgazán”, es la calle en estado puro. Una película fresca, espontánea y tremendamente divertida escrita y montada como si de un impulso natural se tratase.

Puntos débiles: Habrá quien la tilde de liviana o trivial, quizás porque prefiere una continuidad de personajes. Puede que sea ese su mayor debilidad, no colmar las expectativas de quien vea poca chicha a las películas corales.

Pi, fe en el caos, de Darren Aronofsky

De qué va: Un matemático anda obsesionado con descubrir el sistema numérico que rige el mercado bursátil. Interesados por sus investigaciones, una multinacional de Wall Street y una secta judía que busca descubrir los secretos de las escrituras sagradas lo acosan para ser los primeros en aprovecharse de sus descubrimientos mientras Max, poco a poco, va perdiendo la cabeza.

Puntos fuertes: Aronofsky lo entrega todo a subrayar la locura y paranoia de Max: un montaje rápido; un blanco y negro con mucho grano, que provoca que la imagen parezca desvanecerse; una construcción de espacios que fomenta el caos… Todo está puesto a disposición del personaje, un ejemplo perfecto de puesta en escena al estilo indie underground que nos descubre a un director meticuloso y con grandes ideas.

Puntos débiles: algunos pueden ver esa propuesta radical un tanto repetitiva y machacante, y esa suciedad visual que comentábamos puede espantar a los más puristas del blanco y negro. Ese aire caótico que se esfuerza en adoptar Aronofsky contrasta demasiado con la brillantez de los pensamientos de Max, que quedan diluidos a veces entre tanto artefacto visual.

VEREDICTO: Una decisión difícil donde las haya, pero quizás por esa manera de capturar un momento y un lugar casi sin esfuerzo, por invitarnos a pasear y descubrir un lugar a través de la gente que lo habita, nos quedamos con Slacker, de Richard Linklater.

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