Los 5 mejores documentales ganadores en Sundance

Desde su primera edición en 1984, el festival de Sundance ha prestado atención al documental situándolo en su competición principal, aunque dedicándole una sección paralela a la de trabajos de ficción. El filme ganador de aquella primera edición, Style Wars (Henry Chalfant & Tony Silver), nos brinda un buen ejemplo de las inquietudes y realidades sociales que los documentales con el sello Sundance trataron de reflejar desde un principio: Style Wars es una inmersión en los ambientes del hip-hop y el arte urbano en Nueva York, que aún hoy se mantiene como uno de los mejores testimonios del crecimiento de esta subcultura en los ochenta. A continuación, escogemos las cinco mejores películas laureadas con el Gran Premio del Jurado al Mejor Documental en Sundance.

Sherman’s March (1986), de Ross McElwee

McElwee, uno de los documentalistas más interesantes y fieles a su espíritu personal e independiente de Estados Unidos, planteó en un principio este proyecto como una investigación sobre los efectos de la histórica «Marcha hacia el mar» del general William Sherman durante la guerra de secesión americana. Ahora bien, una ruptura sentimental justo antes del rodaje afectó tanto al cineasta que el filme mutó hacia una mezcla entre autobiografía, documental y ficción donde McElwee evocó sus antiguos amores a partir de encuentros con ocho mujeres, radiografió una sociedad aún bajo la paranoia de la Guerra Fría y realizó una aproximación transversal a la figura de Sherman como guía indirecto del camino.

Crumb (1994), de Terry Zwigoff

Zwigoff fue premiado por este valioso documental sobre un personaje tan magnético, tan al borde de la locura, como el dibujante Robert Crumb, el gran pionero del comic underground. La película, a partir de múltiples testimonios, trata de alcanzar una mayor comprensión del fenómeno indagando en su dura infancia, sus coqueteos con el movimiento hippy o su dedicación monacal al dibujo como forma de aplacar sus demonios personales. El documental fue celebrado, especialmente, por la forma de retratar esta última faceta: la creatividad como salvación.

American Movie (1999), de Chris Smith

El nombre de Chris Smith ha tenido cierta relevancia reciente debido a su Jim & Andy, estrenado hace pocos meses en Netflix con una excelente recepción, y que documenta la experiencia de Jim Carrey, rememorada 18 años después, durante el rodaje de <i>Man on the Moon</i>. Con American Movie, Smith también planteó un heterodoxo making-of: el de la película Coven, una cinta de terror independiente de factura desastrosa parida por el cineasta Mark Borchardt. Smith retrata la faceta más oscura de Borchardt, alcohólico y algo lunático, pero sobre todo celebra sus ganas de sacar adelante su sueño de dirigir contra todos los elementos, lidiando con su carencia de planificación o presupuesto y un equipo técnico completamente amateur compuesto por su familia y vecinos de su remoto pueblo en Wisconsin. Otra loa, en la línea de la reciente The Disaster Artist, a la fuerza del deseo creativo sin talento ni medios.

Why We Fight (2005), de Eugene Jarecki

Jarecki, dos veces premiado con el máximo galardón en Sundance, es un documentalista marcadamente político y que suele desafiar a los discursos dominantes estadounidenses. El título de Why We Fight parafrasea, con marcada distancia irónica, a la serie de películas de propaganda bélica comisionadas por el Gobierno americano para justificar ante sus ciudadanos su entrada en la Segunda Guerra Mundial. El cineasta elabora el filme en torno a una lectura muy crítica del papel del Pentágono, cuya actividad relaciona con un lucrativo negocio de maquinaria de guerra que el poder ha estado alimentando desde mitad del siglo XX. Cuenta, entre otros testimonios, con el del senador John McCain.

Searching for Sugar Man (2012), de Malik Bendjelloul

Sin duda uno de los documentales más populares que han salido de Sundance, este premio del público del certamen añade una construcción narrativa algo más optimista a otra de las historias habituales de caracteres marginales del documental indie. Bendjelloul reconstruye la búsqueda de dos fanáticos sudafricanos de Sixto Rodríguez, un músico de folk que tuvo un enorme éxito en aquel país pero pasó completamente desapercibido en Estados Unidos. Pese a lo tardío de su reivindicación como artista, su gran éxito consiguió de hecho que Rodríguez experimentase una enorme revalorización.

 

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.