Revitalizando el Western: cinco propuestas contemporáneas

El Western aterriza en las pantallas coincidiendo con la aparición del cinematógrafo. Sus primeras manifestaciones supusieron uno de los avances más impenitentes en la construcción del sentimiento patriótico. Sin embargo, este género, uno de los más puros de la cinematografía mundial, ha sufrido con el paso del tiempo una de las transformaciones conceptuales más drásticas que se han podido apreciar en el séptimo arte. De hecho, esa ortodoxia primigenia cedió paso a una hibridación temática que terminaría por convertirse en uno de los elementos definitorios de la nueva identidad del vaquero, un ser que abandona su realidad social heroica para introducirse en la soledad y la decadencia de un mundo turbulento y desglorificado. A continuación examinamos cinco de los ejemplos más significativos de este nuevo Western posmoderno.

The Salvation

Aunque esta cinta danesa de Kristian Levring parte de una premisa bastante tradicional: la venganza y el posterior ojo por ojo, como base del argumento vengativo clásico en el que el protagonista terminará defendiendo un honor que hace tiempo vendió por un puñado de dólares, no pasa por alto el carácter expeditivo de todo el metraje. Con un argumento sencillo pero efectivo, el director trata de poner de manifiesto un homenaje al spaghetti clásico donde los códigos de honor ya no tienen tanta importancia como antaño.

The Rover

Con The Rover se incide en la disfuncionalidad del western mediante la presentación de un héroe que no representa la figura solemne del vaquero clásico, sino que está protagonizado por un deficiente mental incapaz de generar en el espectador otro sentimiento de empatía o afinidad que la lástima. En un mundo sin mujeres, el hombre quedaría reducido a sus más básicos instintos, perdería la racionalidad, la sensatez y hasta la capacidad del habla. David Michôd, con la ayuda de Joel Edgerton, muestra este proceso y subraya los últimos vínculos afectivos que se mantienen entre los hombres, la lucha por permanecer unidos a un mundo completamente vulgarizado y violento.

Slow West

Una historia de amor loco, una trágica separación, y la ciega esperanza del protagonista por recuperar la única felicidad que había conocido, cometiendo, por amor, el primer y último error de su vida. Esta es la historia de Jay, un muchacho que se deja llevar por la pasión, y olvida que el western ya no ofrece concesiones románticas a sus personajes, algo que terminará pagando con una sobredosis de honestidad. John Maclean quita a la aventura iniciática del héroe cualquier solemnidad o propósito, dejando que el sacrificio y la lucha sean mostrados como una completa pérdida de tiempo motivada por un infantil sentimiento que hará de la tragedia una parodia.

Comanchería

Esta cinta de David Mackenzie es, en principio, una película de atracadores en toda regla. Sin embargo, las interpretaciones y la justificación moral de los delincuentes nos moverán a pensar que esconde algo más bajo la sencillez argumental en la que sus protagonistas salen airosos una y otra vez del robo a diferentes bancos. Sólo el desenlace será capaz de abrirnos los ojos por completo y evidenciar ese western encubierto que se ocultaba tras los atracos cometidos por la pareja de hermanos que protagoniza este magnífico ejemplo de narrativa cinematográfica, y que sirvió, además, para descubrir a uno de los guionistas/ directores más prometedores del momento: Taylor Sheridan.

Django y The Hateful Eight

Y, por supuesto, en un compendio del mejor Western contemporáneo no podía faltar el inigualable Quentin Tarantino, quien compuso un díptico lleno de trasgresión genérica en el que, en su primera parte combinaba con acierto el Western y la ópera de Wagner, El anillo del Nibelungo, y en la segunda se adentraba en una construcción dramática al más puro estilo de las obras de misterio de Agatha Christie. En ambos casos, el montaje frenético, el protagonismo musical y la trepidante acción ultraviolenta seguían guiando el esquema narrativo como la base argumental de la firma tarantiniana.

El antepenúltimo mohicano ©.

Park City