SSIFF: las 10 mejores ganadoras de la Concha de Oro

El Festival de Cine de San Sebastián cumple 66 años. Creado en 1953 como una semana de cine con la idea de promocionar el cine patrio, pronto se convirtió en festival internacional y, tras dos años premiando películas españolas, concedió por primera vez la Concha de Oro a una película extranjera en 1955 (a la italiana Giorno d’amore de Guiseppe de Santis). Mucho ha llovido desde entonces, y mucho se ha premiado: como, por ejemplo, la Concha de Oro a Marlon Brando por la única película que dirigió, El rostro impenetrable, en 1961. A la espera de conocer a la gran triunfadora de este año, os dejamos con las 10 mejores que películas que se han llevado la Concha de Oro en la historia del festival.

America, America, de Elia Kazan (1964)

El gran Elia Kazan llegó a San Sebastián en 1964 ya habiendo dirigido clásicos como Al este del edén o Un tranvía llamado deseo. En América, América adapta una obra propia basada en la historia de su tío, un joven griego que vive en la provincia turca de Anatolia al que su padre envía a la capital para trabajar en la oficina de un primo y así labrarse un futuro. Su sueño: llegar hasta América, la tierra de las oportunidades. Una película emotiva que nos habla del esfuerzo dramático que supone migrar en busca de una vida mejor y que sirve como tributo a todos los inmigrantes.

Dos en la carretera, de Stanely Donen (1967)

Si para algo deberían servir los festivales es para poner en valor nuevas formas cinematográficas. Y así lo hizo en 1967 premiando a Dos en la carretera, una película que fue considerada como vanguardista entonces porque cuenta de manera no lineal la historia de un matrimonio a través de los viajes que realizan durante 12 años por Normandía. Un clásico de Stanley Donen en el que nunca nos cansamos de disfrutar de la magnífica interpretación de Audrey Hepburn.

 

El espíritu de la colmena, de Víctor Erice (1973)

Entramos en el que podríamos llamar “trienio de oro” del Festival, por las tres películas que lograron la Concha de Oro. La primera es una obra imprescindible de nuestro cine: El espíritu de la colmena es, sin duda, el mejor retrato de la posguerra española a través de los ojos de Ana e Isabel. Su tremenda sensibilidad y todas las capas de significado que esconden cada uno de sus detalles (no en vano, tenía que pasar la censura franquista) la convierten en una obra maestra a la que hay que regresar cada cierto tiempo.

 

Malas tierras, de Terrence Malick (1974)

Martin Sheen y Sissy Spacek deslumbran en la ópera prima de un director hoy consagrado, Terrence Malick. La historia de dos jóvenes que se rebelan contra su monótona vida y se embarcan en una huida criminal por los badlands de Dakota del Sur tiene el encanto de esas cintas que tratan con romanticismo y lirismo ese mantra norteamericano de vivir intensamente cada instante de la vida. Un carpe diem bajo la poética lupa de Terrence Malick.

 

Furtivos, de José Luis Borau (1975)

Si todavía no conoces esta obra maestra, te estás perdiendo uno de los retratos más descarnados y feroces de la cruel España rural, de sus tradiciones y sus concepciones familiares. Con una Lola Gaos inmensa, la historia de esta madre controladora y de su hijo, cazador furtivo, que se enamora de una joven recién escapada de un psiquiátrico estuvo prohibida por las autoridades franquistas hasta que Borau consiguió estrenarla y salir victorioso de Donostia.

 

La ley de la calle, de Francis Ford Coppola (1983)

Sí, Coppola también triunfó en San Sebastián, y lo hizo en 1983 con La ley de la calle, la historia de celos y admiración entre dos hermanos protagonizada por Mickey Rourke y Matt Dillon. Pese a que lo tenía todo para triunfar tras el festival, la polarizada recepción por parte de la crítica norteamericana la hizo fracasar en taquilla, aunque hoy, con el tiempo, está considerada como una película de culto.

 

Un lugar en el mundo, de Adolfo Aristarain (1992)

Se trata de un clásico del cine argentino. La historia de un geólogo español que llega al interior de Argentina en busca de petróleo y sacude la apacible vida campesina le sirve a Aristarain para hablar de la nostalgia, de la certeza de que el tiempo pasado siempre fue mejor, y de la lucha ciega aunque constante por sobrevivir. Federico Luppi, Cecilia Roth y José Sacristán encabezan un reparto en estado de gracia.

 

Las tortugas también vuelan, de Bahman Ghobadi (2004)

Quizás una de las películas más importantes que ha ganado la Concha de Oro, no solo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. El certero retrato sobre las consecuencias de la guerra que realiza Ghobadi desarma al espectador por su realismo y crudeza, por dejar que sean aquellos que han sufrido la guerra los que cuenten sus vivencias. Un alegato antibelicista que se alzó de manera merecida con el gran premio en Donostia.

 

Magical Girl, de Carlos Vermut (2014)

Y la revelación llegó en 2014. El joven Vermut vino para tambalear los cimientos del cine español con una propuesta diferente y arriesgada. Y acertó. Magical girl es una de las películas más audaces de los últimos años. La aparentemente sencilla historia de un padre que quiere comprar un vestido a su hija enferma de cáncer tomará tintes inesperados bajo la batuta del director madrileño.

 

The disaster artist, de James Franco (2017)

Resulta complicado que una comedia se alce vencedora de un festival de estas características. Por eso hay que aplaudir la decisión del año pasado, llevando a lo más alto una película divertida y desenfadada que narra el rodaje de la que está considerada la peor película de la historia, The Room, de Tommy Wiseau.

 

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