El pasado sábado, con el anuncio del palmarés –autosaboteado por Spike Lee al inicio de la gala—, concluyó la septuagésimo cuarta edición de Cannes; el festival de la resurrección de una industria, como la mayoría de sectores, que no deja de preguntarse no solo por su futuro, sino también por su presente. La última entrega del certamen galo ha cumplido todas las expectativas. Y, en efecto, el programa ha mantenido un gran nivel pero, sin embargo, ha dejado poco espacio para las sorpresas. Las últimas películas de autores como Leos Carax, Paul Verhoeven, Wes Anderson o Jacques Audiard, por citar algunos ilustres ejemplos, no han ofrecido demasiadas variaciones si las comparamos con su filmografía más reciente. Si acaso, han subido, si cabe, el nivel de exceso. Hipérboles de sí mismos que, como era de esperar también, han encontrado el beneplácito de la prensa acreditada. Es por ello que las pocas sorpresas agradables que ha dejado el evento francés han brindado un excelente sabor de boca. Son los casos de filmes anteriormente reseñados en SundanceTV como las noruegas The Innocents o The Worst Person in the World, dirigidas respectivamente por Eskil Vogt y Joachim Trier –colaboradores y amigos—, o la gran triunfadora, a la postre, de esta edición: la personalísima Titane. Con ella empezamos el repaso a las cintas victoriosas de un capítulo de Cannes que pasará a la historia como el punto de encuentro de un sector que necesita más que nunca de la ilusión.
Titane, Julia Ducournau
Es la gran protagonista de esta edición. Su primer tráiler ya apuntaba que estábamos ante una de esas cintas que dejan huella. Por suerte, la segunda película de la joven Julia Ducournau, quien se dio a conocer con la magnífica Crudo –filme sobre la emancipación femenina canibalismo mediante—, se alzó con la Palma de Oro, segunda vez en la historia tras Jane Campion –primera en solitario ya que la realizadora neozelandesa tuvo que compartirlo con Chen Kaige— que una mujer la consigue. Un galardón que ayudará sobremanera a la distribución del filme. Explicar de qué va es complicado.
Unclenching the Fists, Kira Kovalenko
La segunda película, también, de Kira Kovalenko tiene menos pretensiones estéticas y narrativas que la cinta de Ducournau pero logró no solo llamar la atención crítica, sino también consiguió el máximo premio de la sección Un Certain Regard. Una presea enormemente importante para la carrera de esta joven realizadora rusa formada en Francia, considerada una de las grandes promesas del audiovisual europeo. Su estilo se asemeja al cine de los hermanos Dardenne. Historias sobre seres o grupos sociales invisibilizados, capturados con enorme sensibilidad. Apunten su nombre.
Compartment Nº6, Juho Kuosmanen
Era una de las propuestas más modestas y menos llamativas de la sección oficial. Juho Kuosmanen se dio a conocer hace unos años en la sección Un Certain Regard con El día más feliz en la vida de Olli Mäki, un drama romántico rodado en un precioso blanco y negro que retrata la priorización del amor por parte de un púgil del peso pluma cercano el combate más importante de su vida. Con su nuevo trabajo, Kuosmanen une en un vagón de tren a dos jóvenes, uno ruso, otra finlandesa, totalmente opuestos, pero que, a cada milla recorrida, irán encontrando puntos en común. Un filme que vuelve de Cannes con el Gran Premio del Jurado y con seguridad con distribución en nuestro país.
Memoria, Apichatpong Weerasethakul
Cerramos el listado con la ganadora del Premio del Jurado –ex aequo con Ahed’s Knee del hebreo Nadav Lapid. Es el nuevo filme del magnífico cineasta Apichatpong Weerasethakul, el primero que rueda fuera de su Tailandia natal. Narra el viaje de una cultivadora de orquídeas estadounidense a Bogotá para visitar a su hermana enferma. Allí conocerá a una arqueóloga francesa y a un músico que le hará más soportable una estancia marcada por unas noches llenas de sonidos y ruidos desconocidos. Está protagonizada una descomunal, para variar, Tilda Swinton.
Park City, Utah.
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