Grandes novelas japonesas adaptadas al cine

El interés por Oriente, por su estilo de vida, por su cultura y, por ende, por su arte, es uno de esos grandes regalos que nos ha dejado el siglo XXI. Mucho ha ayudado la apertura de las principales naciones del continente a la mirada exógena y, con ello, a ese mestizaje que retroalimenta ambos extremos geográficos. Si nos centramos en la literatura, Japón pudiera ser considerado el emblema de la prosa oriental. Autores como Haruki Murakami, Hiromi Kawakami, Kyoichi Katayama, Hiro Arikawa, Yukio Mishima, Sayaka Murata o Seishi Yokomizo han dotado de brillo a los diferentes géneros novelísticos nipones, convirtiéndose en baluarte de una expresión que se enriquece del valioso legado cultural de la nación de Extremo Oriente. Desde sus inicios, el cine no ha estado ajeno al auge prosaico japonés. A continuación, y aprovechando el especial Cine y Literatura de SundanceTV, elegimos adaptaciones a la gran pantalla de novelas japonesas. Lo hacemos intentando ser eclécticos y nos centrándonos en el drama, el género cinematográfico por antonomasia.

El arpa birmana, Kon Ichikawa, 1956

Adaptación de la novela homónima de Michio Takeyama que compitió por el León de Oro de la Mostra de Venecia de 1956 y fue nominada al Oscar a mejor película de habla no inglesa un año más tarde. Protagonizada por Rentarô Mikuni, Shoji Yasui y Jun Hamamura, el filme narra el proceso de firma de la paz de la II Guerra Mundial que acontecerá en Birmania en 1945. Para ello, las autoridades japonesas nombrarán a un arpista como mediador de tan importante evento.

Paprika, detective de los sueños, Satoshi Kon, 2006

Satoshi Kon murió con 46 años. Dejó un legado inigualable: cuatro maravillosos largometrajes que desvelaban que el realizador de anime era un virtuoso adelantado a su tiempo. Su mejor filme fue el último: Paprika, una obra cuya narrativa nos traslada a diferentes niveles del sueño. Un thriller de ciencia-ficción enigmático e hipnótico. Christopher Nolan lo tuvo muy presente en la concepción de Origen (2010). El filme adapta la prosa de Yasutaka Tsutsui.

Tokio blues (Norwegian Wood), Tran Anh Hung, 2010

Los textos del eterno aspirante al Nobel Haruki Murakami son la perfecta semilla que florece en pantalla con esta adaptación dirigida por el cineasta vietnamita Tran Anh Hung. Un filme elegante y emotivo que mereció más suerte dentro del circuito internacional. Protagonizada por Ken’ichi Matsuyama y Rinko Kikuchi, la actriz japonesa de mayor proyección externa, compitió por el León de Oro de la Mostra de Venecia, donde recibió críticas desiguales, algo que influyó en su distribución posterior.

The ring, Hideo Nakata, 1998

Aunque en comparativa nos quedamos con el remake de Gore Verbinski, hay que darle valor al Ringu original, que adaptaba la historia publicada por Kôji Suzuki y que ha tenido numerosos apéndices y ramificaciones. El filme de Nakata dio paso a esa ola de cine de fantasmas llamada J-Horror, que llegó a Occidente como un efímero tsunami –acompañado de revisiones norteamericanas. Las imágenes del largometraje de Nakata son de aquellas que se enraízan en nuestra memoria; pura iconografía del género.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.