Las mejores películas de Akira Kurosawa

Nos ponemos en pie. Cumple años el mejor cineasta asiático de la historia y uno de los más grandes de todos los tiempos: Akira Kurosawa. Hace unos cuatro años, nuestro compañero José Luis Forte nos advertía de la problemática de elegir las mejores películas del maestro japonés en este artículo. Lo cierto es que más que sentar cátedra, nos proponemos con estas líneas reivindicar los títulos clave de su filmografía que, no por obvios resultan menos fundamentales para entender un tipo de ficción extinta hoy en día. Kurosawa era un cineasta único, con un sentido de la épica y de la sensibilidad que supuso el germen para muchas de las grandes producciones contemporáneas. A continuación, elegimos nuestras cinco películas predilectas del realizador tokiota.

Rashomon (1950)

«La película donde la maestría técnica de Akira Kurosawa se despliegue en su abanico más deslumbrante sea esta, la genial Rashomon», sentenciaba J.L. Forte. Razón no le falta. Para muchos, la primera masterpiece de Kurosawa. De nuevo, con su actor fetiche, Toshirô Mifune, rostro del auge del cine nipón y puntal de su iconografía. A través de los testigos, el filme ahonda en las diferentes versiones sobre el juicio a un bandido que ha matado a un señor feudal en el Kioto del siglo XII. Una obra descomunal.

Los siete samuráis (1954)

Germen de numerosos westerns, entre ellos readaptaciones a cargo de John Sturges –convertido en clásico del género— y Antoine Fuqua –infravalorada en su estreno. Siete guerreros se comprometerán para proteger a un modesto poblado cuyos habitantes sufren el acoso de un bandido y sus secuaces. Una historia de valor, honor y amistad devenida en filme fundamental de la historia del cine. Su importación a las carteleras europeas supuso un enorme impacto en la cinefilia.

Trono de sangre (1957)

Traslación al mundo oriental del Macbeth de William Shakespeare. Relato de rivalidad de dos generales, Taketori Washizu y Yoshaki Miki, que, tras escuchar a la vuelta de una misión una profecía de una anciana en la que el primero está destinado a ser el señor del castillo, romperán sus vínculos buscando el poder. De nuevo, la meticulosidad técnica de Kurosawa se apodera de la mejor adaptación de los textos shakesperianos que ha existido y probablemente existirá.

Derzu Uzala (1975)

Kurosawa en color pero manteniendo la misma fuerza. Todo un clásico del naturalismo y la amistad que muchos han intentado imitar sin demasiada fortuna. Es la historia de la relación entre Vladimir Arseniev, capitán del ejército soviético perdido desde hace días en la taiga siberiana, y Derzu Uzala, un cazador nómada que lo acogerá y salvaguardará en un territorio inhóspito. El anciano le enseñará al militar la importancia de la naturaleza y su preservación. Un sensacional alegato humanista que consiguió el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1975.

Ran (1985)

Última superproducción del maestro. De nuevo, volviendo a la época y al género que le dieron fama: la épica en el Japón feudal. En esta ocasión, en una historia de ambición y venganza que comienza cuando el señor Hidetora decide abdicar y repartir sus territorios entre sus hijos. Una decisión que provocará una batalla cruenta entre ellos por obtener la supremacía. Es la adaptación de El Rey Lear, también de Shakespeare. Ganadora del Oscar al mejor vestuario en 1986.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

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