Las mejores películas de Shirley Temple

Un 17 de diciembre de 1949 Shirley Temple abandonaba el universo audiovisual. No sería un adiós definitivo, ya que volvería a aparecer en un par de series de televisión, pero que cerró la carrera de la gran niña de prodigio del Hollywood de la Golden Age. Su retirada llegó con tan solo 21 años y con un Oscar –como mejor intérprete juvenil—, obtenido en 1934, en su haber; la actriz más joven en conseguirlo. Su historia ya la conocemos. Se ha repetido cíclicamente a lo largo de los siglos XX y XXI en el mundo de las artes. Un relato lleno de sonrisas en el escenario pero sombras y dolor en el backstage; una familia que estrujó en demasía la gallina de los huevos de oro; y, cómo no, un salto a la adultez que fue al vacío cegado por los numerosos flashes que acompañaron su vida personal. Temple fue una heroína infantil para muchas generaciones y también un proyecto de gran actriz que no supo dar el estirón. De ahí su exigua filmografía, cortada por el hastío pero también por su escasa enjundia setenta años después. Formó parte de grandes elencos pero, desgraciadamente, de obras menores. Aun así, nos quedamos con varios clásicos con encanto.

El pájaro azul, de Walter Lang (1940)

Adaptación de la historia de Maurice Maeterlinck. Una fábula con moralina que describe los esfuerzos de una familia por satisfacer a Mytil, una niña egoísta que solo vela por su propio interés. La aparición de un duende llevará tanto a Mytil como a su hermano a un lugar fantástico donde deberán encontrar el pájaro azul de la felicidad. Es la gran interpretación en etapa infantil de Temple en el rol principal. George Cukor creo su propia versión del relato en 1976 con Elizabeth Taylor como protagonista.

Te volveré a ver, de William Dieterle y George Cukor (1944)

Temple aparece en pantalla convertida en una adolescente en este problemático filme dirigido a cuatro manos por William Dieterle y George Cukor –en diferentes etapas, ya que el proyecto inicialmente iba a ser capitaneado por Cukor— que narra la historia de amor entre dos seres solitarios interpretados por unos notables Ginger Rogers y Joseph Cotten. Producción de David O. Selznick que no logró el impacto mediático que buscaba.

Desde que te fuiste, de John Cromwell (1944)

Temple da réplica con tino a Claudette Colbert, Jennifer Jones y Joseph Cotten en esta cinta impregnada por melancolía que asolaba a la población estadounidense a principios de los cuarenta debido a la participación de la nación americana en la II Guerra Mundial. Justo este conflicto bélico es el eje de esta historia de supervivencia emocional de tres mujeres ante la ausencia del padre de familia. Una obra que consiguió nueve nominaciones al Oscar y que subraya el talento de su director, John Cromwell, un cineasta que consiguió pocas portadas pero sí una filmografía más que meritoria.

El solterón y la menor, de Irving Reis (1947)

Estupenda comedia sofisticada –no podría ser de otra manera con Cary Grant al frente. Este filme de Irving Reis nos cuenta cómo se conforma un triángulo amoroso clásico. Un pintor se enamora de una juez, y la hija de esta se enamora del pintor. Mirna Loy y Shirley Temple caracterizan a madre e hija respectivamente. Una película que se convirtió en un fenómeno de masas acompañada también por sus dosis de polémica. Temple ya no era una niña. Y así Hollywood lo supo.

Fort Apache, de John Ford (1948)

Finalizamos este listado con una participación menor, eso sí, en un largometraje sensacional, que ha ido adquiriendo fuerza con el paso de las décadas. Este alegato desmitificador de John Ford está articulado sobre la fuerza de dos actorazos: John Wayne y Henry Fonda. Temple da vida a la hija de este último, que interpreta a un oficial del ejército estadounidense que es destinado en contra de su voluntad a la frontera con México, donde tendrá que lidiar con los apaches.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

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