¿Qué tiene que tener una película para ganar en Sundance?

El Gran Premio del Jurado del Festival de Sundance, aparte de prestigio, es la llave que abre numerosas puertas en el circuito internacional para realizadores noveles o sin apenas bagaje. Es el caso, por ejemplo, de la última ganadora, Clemency, dirigida por el debutante Chinonye Chukwu, que, tras un período estanco, ha resurgido en la carrera al Oscar y elevando el sello de la «factoría Sundance» durante el otoño. Si se repasa el cuadro de honor histórico del certamen que se celebra cada enero en Park City es complicado encontrar, como no podía ser de otra manera, un nexo que justifique cada elección. Sin embargo, en la redacción de El antepenúltimo mohicano hemos debatido sobre cuáles son las constantes habituales a la hora de elegir la triunfadora de cada entrega.

Whiplash (2016): un actor carismático

Para Alberto Sáez Villarino, la presencia de un actor clave, capaz de captar la atención del espectador, es fundamental en la ecuación de los ganadores. Para él, existen muchos ejemplos de esto, pero el estandarte del paradigma, sin lugar a dudas, lo porta J.K. Simmons, el secundario sobre el que se cimenta el éxito de Whiplash, algo más que una ganadora en Sundance, también una nominada al Oscar a mejor película. Simmons lo borda en el rol de duro profesor de música, poniendo en jaque al protagonista caracterizado por otro descubrimiento: Miles Teller. Simmons obtuvo el Oscar a mejor actor de reparto en una de las grandes interpretaciones de lo que llevamos de siglo.

Sangre fácil (1984): un guion novedoso

Para Miguel Muñoz Garnica, la perspectiva en una historia es fundamental, así como su originalidad a la hora de trasladarla a las imágenes. Autores como Quentin Tarantino, Jim Jarmusch o los hermanos Coen, adalides del nuevo cine independiente norteamericano, capaces de cautivar desde el detalle más mínimo, representan ese aire fresco para las narrativas tan apreciado en Park City. La ópera prima de Joel e Ethan Coen posee un libreto complejo y atractivo tratado con un estilo que los ha hecho grandes. Sundance supuso el comienzo de una filmografía sensacional.

Puedes contar conmigo (2000): una historia cercana

Para Elisenda N. Frisach, el tratamiento de relatos íntimos en entornos cotidianos, accesibles para todo tipo de públicos, en ocasiones es capital para alcanzar a los miembros del jurado del festival. El debut de Kenneth Lonergan, caracterizado por unos brillantes Laura Linney, Mark Ruffalo y Matthew Broderick, nos cuenta el reencuentro entre dos hermanos con vidas muy diferentes y cuya unión momentánea hará tambalear los cimientos vitales de cada uno. Un trabajo de primeros planos y sensibilidad contenida que acaba emocionando gracias a su honestidad.

Fruitvale Station (2013): una temática social de rabiosa actualidad

Para Emilio M. Luna, que la ficción sea una equivalente de una realidad social que impacte en tiempo presente puede condicionar el resultado de cada entrega del festival. Este fue el caso de Fruitvale Station, finalmente inédita en España. La cinta de Ryan Coogler –el director de la nominada al Oscar Black Panther— surgió en plena ola Black Lives Matter («las vidas de los negros importan») y, a su vez, trasladaba a la pantalla un hecho real: la muerte de un joven afroamericano por disparo accidental de un oficial de policía. Más allá de los valores del filme, que los tiene, la correspondencia temporal también es un factor importante.

Yo, él y Raquel (2017): un enfoque juvenil

Para Víctor Blanes Picó, el Festival de Sundance siempre ha sido un parapeto para las voces juveniles. No solo de directores o guionistas, también de personajes adolescentes o que afrontan una problemática pubertad. La segunda película del televisivo Alfonso Gomez-Rejon, aborda la posible muerte de un ser querido en la adolescencia con dosis de sarcasmo, romance y sustrato metafísico. Por supuesto, con un enfoque original y con los estilemas habituales del género facturado en Estados Unidos. Yo, él y Raquel no tuvo tanto recorrido como su antecesora en el palmarés, Whiplash, empero se ha convertido en todo un clásico; al fin y al cabo, es la mayor aspiración de cualquier película: ser referente para una generación.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

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