5 consejos de Jim Jarmusch para directores

Este martes 22 de enero es el cumpleaños de un director indispensable para el indie norteamericano. Hijo de un empresario y una crítica de cine y teatro, de pequeño su madre le dejaba en las sesiones dobles del cine local mientras ella aprovechaba para hacer recados. Aunque en la adolescencia se interesó por la literatura, tras diversos estudios de periodismo y sin nada claro en su vida, se presentó a la Graduate Film School de Nueva York, donde fue aceptado gracias a sus fotografías y a una redacción sobre cine. Y ahí empezó todo. Jim Jarmusch es uno de los creadores más importantes del siglo XX, y aunque los premios siempre le han sido esquivos, su importancia e influencia en otros autores independientes no ha hecho más que crecer. Así que, para celebrar esta efeméride, recordamos estas 5 reglas para cineastas que Jarmusch escribió hace unos años para la revista Movie Maker.

Regla 1. No hay reglas. Hay tantas maneras de hacer una película como directores. Es un formato abierto. Nunca me atrevería a decirle a nadie lo que tiene o no tiene que hacer: para mí, sería como indicarle a alguien cuál debería ser su religión. A la mierda. Eso va en contra de mi filosofía. Por tanto, ignora las “reglas” que estás a punto de leer y tómatelas como simples apuntes. Si alguien te dice cómo hacer las cosas, aléjate lo máximo posible de esa persona, tanto física como filosóficamente.

Regla 2. No te dejes embaucar por los idiotas. Puede que te ayuden o no, pero no te pueden parar. Los que financian, distribuyen, promocionan y exhiben cine no son cineastas. No les interesa que los cineastas definan su manera de hacer negocio, así que ellos no deberían tener ningún interés en dictar cómo se hacen las películas. Lleva siempre una pistola, por si fuera necesario. Además, evita también a los psicópatas. Siempre habrá gente a tu alrededor que quiera hacer cine para forrarse, hacerse famoso o acostarse con alguien. Normalmente, saben tan poco de cine como George W. Bush del combate cuerpo a cuerpo.

Regla 3. La razón de ser del equipo de producción es servir a la película. La película no debe servir a producción. Desgraciadamente, suele ocurrir al revés. La película no se hace para cumplir con un presupuesto, una planificación o para engordar los currículums de la gente involucrada. Deberían colgar por los pies a todos los cineastas que no entiendan esto y preguntarles por qué el cielo está del revés.

Regla 4. El cine es un proceso colaborativo. Tienes la oportunidad de trabajar con gente con ideas mucho más potentes que las tuyas. Asegúrate de que se concentren en su función y no en el trabajo de los demás, de lo contrario, tendrás un gran problema. Pero trata a tus colaboradores como iguales y con respecto. Un asistente de producción encargado de parar el tráfico para que el equipo pueda trabajar no es menos importante que los actores, el director de fotografía, el director de arte o el director. La jerarquía solo sirve para aquellos con el ego inflado o los militares. Todos los colaboradores que elijas te pueden ayudar a elevar la calidad y el contenido de tu película a un nivel mucho mayor del que tú solo habrías conseguido. Si no puedes trabajar con gente, dedícate a la pintura o a escribir un libro. (Y si quieres ser un dictador, supongo que tendrás que dedicarte a la política…)

Regla 5. Nada es original. Roba de cualquier lugar que te inspire o alimente tu imaginación. Devora películas antiguas, nuevas, libros, música, cuadros, fotografías, poemas, sueños, conversaciones, arquitectura, puentes, señales, árboles, nubes, agua, luz y sombras. Selecciona únicamente las cosas que te hablen directamente al alma. Si lo haces así, tu trabajo (y robo) serán auténticos. La autenticidad tiene un valor incalculable; la originalidad es inexistente. Y recuerda lo que dijo Jean-Luc Godard: lo importante no es de dónde cojas las cosas, sino hacia dónde las lleves.

El antepenúltimo mohicano | Revista de cine independiente.

Park City, Utah.

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