Especial Mostra: las mejores programaciones de su historia

En setenta y siete años de historia, la Mostra ha tenido que hacer frente, como el resto del continente, a la llegada del fascismo –en las primeras ediciones se entregaba la Copa Mussolini al mejor filme—; a una gran guerra –que provocó un hiato de cuatro años—; a una posguerra y a todos los avances sociales, políticos y artístico que ha vivido Italia en su último quinquenio. Confrontar entregas del certamen transalpino resulta un ejercicio injusto y claramente desequilibrado. Es probable que, artísticamente, el tiempo pasado siempre fuera mejor pero, al final, y así lo marca el propio calendario, el cine no deja de ser una expresión del espacio y tiempo vividos en el presente. Una esclavitud que sí entiende de retrospectiva pero no de comparativas.

La Mostra de Venecia es el evento cinematográfico europeo más antiguo del mundo. Un festival ligado a un prestigio que, en las últimas tres décadas, capitalismo mediante, ha competido no solo contra homólogos como Cannes y Berlín, sino también contra su propia imagen. Es uno de los males de los certámenes contemporáneos: el no saber virar a tiempo. Salvo Cannes el resto de festivales del mundo no pueden permitirse anclarse a una tipología de imagen o tendencia. Hacerlo significa alejarse de uno de los gérmenes de este arte: el público. Con el cambio de timón en Venecia, con Alberto Barbera al frente, se recuperó ese estatus de núcleo atencional que el certamen del Véneto perdió con Marko Müller. Sin embargo, no todo fue malo bajo la dirección del crítico germano: nos entregó una de las mejores competiciones de la historia en 2011.

Justamente sobre eso va este artículo, sobre las cosechas cinematográficas surgidas en Venecia en toda su historia. Elegimos nuestras cuatro predilectas. Una labor, como decíamos, injusta pero francamente divertida.

1951

Una programación que simplemente contenga Rashomon de Akira Kurosawa ya justifica la existencia de cualquier festival. El filme del maestro japonés obtuvo el León de Oro veneciano en una competición en la que figuraban títulos como:

Alicia en el país de las maravillas, de Clyde Geronimi, Wilfred Jackson, Hamilton Luske.

Barbaazul, de Christian Jaque.

Café Paradis, de Bodil Ipsen, Lau Lauritzen. | Imagen de cabecera |

Catorce horas, de Henry Hathaway.

El diario de un cura de campaña, de Robert Bresson.

El gran carnaval, de Billy Wilder.

El río, de Jean Renoir.

Nacida ayer, de George Cukor.

Niebla y sol, de José María Forqué.

Un tranvía llamado deseo, de Elia Kazan.

Teresa, de Fred Zinnemann.

1955

La magnífica Ordet (La palabra), de Carl Theodor-Dreyer, fue la vencedora de esta edición. ¿Pero con quién compitió una de las obras maestras de la historia del cine? Aquí tienen:

Almas sin conciencia, de Federico Fellini.

Atrapa a un ladrón, de Alfred Hitchcock.

Después de la tormenta, de Roberto Gavaldón.

La aurora desnuda, de Edgar G. Ulmer.

La emperatriz Yang Kwei Fei, de Kenji Mizoguchi.

La podadora, de Robert Aldrich.

Las amigas, de Michelangelo Antonioni.

Orgullo, de Manuel Mur Oti.

The Deep Blue Sea, de Anatole Litvak.

1960

El filme de André Cayatte El paso del Rhin consiguió contra pronóstico hacerse con un León que parecía destinado para otras propuestas como:

Adua y sus amigas, de Antonio Pietrangeli.

El apartamento, de Billy Wilder.

Holubice, de Frantisek Vlácil.

Juventud corrompida, de Francesco Maselli.

La condición humana I: No hay amor más grande, de Masaki Kobayashi.

Rocco y sus hermanos, de Luchino Visconti.

2011

En 2011 la victoria fue a parar a las manos de uno de los grandes autores rusos contemporáneos, Aleksandr Sokurov, por Fausto. Junto a esta revisión y readaptación del mito compitieron por el máximo galardón estos filmes:

Cumbres borrascosas, de Andrea Arnold.

Dark Horse, de Todd Solondz.

El topo, de Tomas Alfredson.

Himizu, de Sion Sono.

Los idus de marzo, de George Clooney.

Shame, Steve McQueen.

Un método peligroso, de David Cronenberg.

Un dios salvaje, de Roman Polanski.

Una vida sencilla, de Ann Hui.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

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